Como ya dije en una entrada anterior,
este Doctor que les habla, de pequeño, era un cagao de padre y muy
señor mío. Daba igual que fuera El Exorcista, que Poltergeist, que
Los Fantasmas Atacan al Jefe, si yo veía una escena de miedito, esa
noche no dormía. Por eso ver Posesión Infernal fue para mí un
trabajo titánico el día que mi tío la puso en su casa porque la
quería ver él. Me dijo que era del tío que hizo Xena, y a mí me
gustaba Xena, así que nada podía ir mal. Podéis argumentarme todo
lo que queráis del supuesto humor slapstick y del pseudoterror
cómico de Sam Raimi, que a mí me dio un miedo aquello que no me
cagué encima porque estaba en casa ajena y tenía ya 11 años, que
si no... ejem, bien. El caso es que esa película, como Poltergeist,
quedó relegada al plano del odio pese a no verla entera, y me
preguntaba por qué a los bichos de mierda esos no se los cargaban en
cantidades industriales. Y entonces llegó aquel sábado por la tarde
en mi pueblo, donde se pillaba Canal Sur (aunque el pueblo es de Castilla La Mancha), y esa película llamada El
Ejército de las Tinieblas. A mí aquello me moló, más que nada
porque vi a partir de lo del Ash bueno y el Ash malo, y toda la
guerra contra los monstruos, y a mí, si a los monstruos se los
cargaban así, ya no me daban tanto miedo, y hasta me gustó. Después
la vi en el videoclub, la alquilé para verla entera, y me quedé
gélido cuando me di cuenta de que era la tercera parte de Posesión
Infernal. En ese momento es donde aprendí a amar la saga, ya con
unos 14 años, algo más valiente (aún me costaban las pelis de
posesiones, por ejemplo) y algo consciente de lo que era aquello del
humor implícito aunque no fuera obvio, como pasa con Starship
Troopers (que como peli de ciencia ficción ya está bien, pero como
comedia es un jodido 10). No fue ahí donde descubrí los tebeos de
Army of Darkness, sino bastantes años después, en la Universidad,
cuando ya estudiaba Filol... eh... emm... digo... Ciencias del Mal,
eso. ¿En qué estaría yo pensando? Ejem... uf., lo esquivé a
tiempo, menos mal. ¿Qué clase de Doctor supervillánico sería si
supieran que mi carrera es Filología Inglesa y no Ciencias del Mal?
Sí, diga... ¿cómo que lo estoy escribiendo? MALDITA SEA, ES
VERDAD.
En fin... descubrí aquellos tebeos ya
en una reedición de prestigios que salió hace poco, y no
precisamente por ellos mismos, sino por su crossover con Marvel
Zombies. Aquél Ash Williams intentando seducir a Dazzler y siendo
asesinado vilmente por Howard el Pato convertido en zombi me dejó
patidifuso (¿lo pilláis? PATIdifuso, como en pato... no entiendo
por qué en Normas de Equivocación tiene más gracia que aquí) y
realmente me quedé con ganas de más, y mis plegarias debieron ser
escuchadas, porque de repente se editó de nuevo el arco argumental
de Cenizas a las Cenizas. Y lo cierto es que no podría ser más
auténticamente “Raimi”, porque no deja de ser una sucesión de
un montón de dibujos en los que Ash se hace el chulo, dice frases
ingeniosas, besa a chicas y sobre todo, mata un montón de cosas que
se convierten en muertos vivientes. Ya no son sólo los zombis
humanos, no: son ardillas, renos, conejos y hasta caras zombis
volando por ahí. Pocos bocadillos, mucha sangre y muchas veces el
cuerpo de Ash deformado. Vamos, como en la misma película.
Un chiste tan manido nunca fue tan gracioso |
El primer arco argumental del tomo es
precisamente ese Cenizas a las Cenizas, que viene a ser una
continuación de lo que pasó al final de El Ejército de las
Tinieblas, con esa vieja muerta que ataca a un Ash que ya ha vuelto a
S-Mart y le está contando a una chica que pudo ser rey. Desde ahí
es un auténtico desenfreno y una sucesión de dibujos perpetrados
por un Nick Bradshaw que sabe equilibrar el humor con el gore. Las
caras desencajadas de los zombis, el aspecto medio-disney del
abuelete mago y las chicas que se convierten en muertas vivientes
casan bastante bien con la estética que tenían las películas, y el
estilo poco realista le da un toque muy agradable. No parecen dibujos
animados para adultos, ni dibujos animados para niños con gore, ni
siquiera se parecen al dibujo del crossover con Marvel Zombies, y ni
de coña parecen realistas... pero coño, funcionan. Y su recreación
de los escenarios de las otras películas, con la cabaña de Posesión
Infernal, el castillo de el Ejército y otros que se saca de la manga
para darle otra vuelta entera a la historia, son bastante fieles pero
con estilo propio, lo que se agradece. Para ver lo mismo otra vez, me
vuelvo a ver las películas. Porque no deja de ser eso, lo mismo otra
vez, pero en cómic, con los mismos personajes, los mismos líos
temporales, el mismo gag de que Ash no se sabe las palabras mágicas
y las mismas excusas de siempre para enseñarte a Ash, con la
motosierra, matando muertos (por paradójico que sea eso), y lo
cierto es que para cuando te quieres dar cuenta, el arco argumental
se ha acabado y te lo has pasado teta.
La segunda parte del tomo es el arco
argumental titulado Shop Till You Drop Dead, y la verdad es que si
bien adolece de lo mismo que la primera parte, y básicamente es
repetir los mismos gags, añadirle más personajes le da un punto
interesante. En esencia, el Necronomicón posee al jefe de Ash y
convierte el S-Mart en una especie de supermercado zombi, que es lo
más acojonante para una historia de rol de zombis que he visto en mi
vida. Ojo, no un supermercado lleno de zombis como en Amanecer de los
Muertos, un supermercado zombi EN SÍ. La puerta es una boca del
Infierno. Decidme que no mola. ¡Decidme que no mola si os atreveis!
Y mola también ver como Ash, con un compañero redneck y un
compañero nerdazo se dedica a destruir muertos. El compañero
redneck es especialmente adorable, porque tiene mucho sentido que ese
señor, con ese bigotón y esa pinta de no tener coche sino un puto
tractor y una puta pick up llena de escopetas, sea un berserker que
mantiene la calma ante algo como eso. Por supuesto, también hay
viaje en el tiempo, pero leedlo para descubrir como, a mi me pareció
tan esperable como agradable de leer.
Pero si algo debo destacar de esta
segunda parte, más allá de la sangre, el viaje en el tiempo, los
zombis y el redneck, cosas que ya de por sí cuentan como molonas, es
ese pequeño homenaje final a los fans de Bruce Campbell. ¿Que como
se hace efectivo? Digamos que en un momento dado Ash se queda sin
ropa. Adivinad qué ropa encuentra y se pone. Sí, efectivamente, tú,
que viste Bubba Ho-Tep, lo adivinaste: un traje de Elvis. Ese es el
momento del cómic en el que pasa, para mí, de simple diversión
gore con chistes autorreferenciales a otras partes de Posesión
Infernal (realmente, incluso el propio disfraz de Elvis lo es) a algo
entrañable, y ya puede estar todo lo manido que quieras, que a mí
esas cosas me tocan mi pequeño corazón de fagocitador de cine y no
puedo sino amarlo.
Tengo el segundo muerto de risa que ni
recordaba que lo tenía, pero prometo que, visto lo visto, lo leeré
y haré una reseñita, aunque sea más breve. A fin de cuentas, y
aunque el cómic fuera mediocre ¿cómo no se le va a amar, si sale
Bruce Campbell? No amar a ese caricato es imposible, aunque sea en
dibujo.
- El caricato eres tú. +No, el caricato eres tú. *No, los caricatos sois los dos, demontre. |
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