sábado, 23 de febrero de 2013

El Daredevil de Mark Waid: el ALZARSE de verdad

Visto que en la última entrada en la que hablé de señores en mallas lo hice con un tono nada benevolente y con una sorna y sarcasmo considerable, me sentí un poco como el dependiente de la tienda de tebeos de los Simpson. Y una cosa es que uno sea un gordo que compra tebeos y discute si en una pelea entre Aquaman y Namor habría posibilidades de que Namor se follara atantos peces como Aquaman pudiera convocar y otra es que no me guste nada. De hecho, como ya dije, doy mi beneplácito con bastante facilidad a cualquier cosa en la que salgan señores disfrazados peleando contra amenazas cósmicas, pero es que tomarse demasiado en serio el género superheroico tiene sus peligros, y entre ellos, está el que le pasó a Daredevil en su día. Tan serio, tan oscuro, tan atormentado, tan señor de las tinieblas y tan ninja, que se quemó, y hubo que matarlo. Varias veces. Y retirarle del mercado de los pijamas durante un tiempo prudencial para ver si se enfriaba un poco la cosa y podía hacer un comeback en condiciones.


Y he aquí que se presentó Mark Waid, un señor del que, confesaré, tampoco he leído tantas cosas, al menos no tanto como de otros autores como Kurt Busiek o Peter David, y mi pecado mortal es, de hecho, no haber leído aún Kingdom Come. Pero a lo que vamos es a su etapa actual en Daredevil, así que menos armar el brazo en plan jugador de balonmano para tirarme piedras que una cosa es que ganemos el Mundial y otra que se ceben conmigo. En fin, hablemos de Daredevil y del Mileniarismo, cojones ya.

¡Pero QUÉ dice del balonmano!

Nos enmarcamos en un momento de la vida del señor Murdoch en la que la gente sabe que es Daredevil, pero él no para de negarlo. Ha vuelto después de un tiempo desaparecido y no está dispuesto a que le jodan la vida, porque no quiere ser el aburrido abogado ninja deprimido de siempre. Él quiere divertirse. Quiere ser como Tony Stark, con las chicas y eso, lo cual por lo visto tiene muy fácil por su rollo del radar. El caso es que la broma recurrente de que Matt Murdoch no es Daredevil pese a que todo el mundo se empeña en decírselo es de esas de las que no te queda más remedio que reírte cada vez que sale, y es raro teniendo en cuenta que la imagen que todos tenemos del diablillo es recortado en sombra contra unas vidrieras dibujadas en plan muy malrollero por Mazzuchelli. Que sí, que Born Again mola un huevo, pero el cambio es muy placentero, y devuelve un poco a sus orígenes a un héroe que llevaba demasiado tiempo metido en las sombras y estancado en el submundo. Especialmente destacables, para mí, la fiesta de Navidad en la oficina en la que aparece con unos cuernecillos de plástico y una camiseta que pone “no soy Daredevil” y el momento en el que está explicándole a alguien que no lo es y Spiderman le grita “¡eh Daredevil!” mientras se descuelga de un edificio. Reírse con las aventuras del Demonio Dojo, ¿quién lo iba a pensar?

¿Quién es el príncipe de la fiesta eh? ¿Quién?

Otro de los puntos a favor de las decisiones de guión de Waid es enfrascarse en historias en las que no sólo Daredevil pueda actuar, sino Matt Murdoch también. Y me explico: el Hombre sin Miedo no deja de ser un personaje la mar de interesante porque, al contrario de lo que hacen otros vigilantes, que actúan al margen de la legalidad, él actúa tanto en encubierto como del lado de la ley pura y dura. Es un tío que lo mismo te ata con el bastón a unos criminales que sirve de fiscal en su juicio. Que lo mismo te detiene a los mafiosos que están extorsionándote en tu tienda de encurtidos de Hell's Kitchen que te hace de defensor en el juicio por agresión por la paliza que les ha metido Daredevil en tu nombre. Esto lo aprovecha Mark Waid de una forma muy interesante, y se permite jugar con casos de presión a gente con altas posiciones comprometidas, mafias enfrentadas con víctimas intermedias, maniobras de descrédito contra la Gata Negra o incluso casos en los que Daredevil se salta la legalidad a la torera para entrar en un sitio acordonado por la policía.

Y todo para hacer de barquero... no, que va, lo explico más abajo

Es de hecho este último el que seguramente le haya granjeado la carretilla de premios de la que salió de los Eisner, y no es en vano, porque es una de esas historias clásicas de Marvel con las que cualquiera que lea cómics desde hace suficiente tiempo puede sentir que se le ponen los pelillos del brazo de punta. Es, por rara que pudiera ser la elección, un enfrentamiento con el Hombre Topo, quien ha decidido recuperar a toda costa algo que está en una tumba, pero que no sabe en cual es, y en su desesperación por encontrarlo se dedica a saquear con sus topoides todos los cementerios y crear una siniestra procesión de ataúdes hacia su submundo para recuperar lo que está buscando. ¿Y esto en qué afecta al Hombre sin Miedo? En que una de las tumbas que se lleva, cadáver incluido, es la del padre de Matt Murdoch. El descenso de Daredevil a este submundo es un viaje misterioso y peligroso por varios motivos: por lo que se dice, Daredevil no se ha cruzado nunca con los topoides y no sabe como son, ni siquiera con el radar; los pasadizos subterráneos del Hombre Topo están llenos de corrientes de agua y ruidos raros, que le dejan el oído inservible; y la forma corporal del Hombre Topo es engañosa, así que pegarle una paliza no es tan fácil. Así que, por pretencioso que parezca la analogía que voy a hacer, la oscuridad de los túneles es igual que la de los propios ojos de Daredevil y de los propios dibujos de Rivera, que si bien son simples (no es Deodato ni Alex Ross, vaya) son tremendamente efectivos y bonitos, y tan oscuros que parece que uno mismo esté ciego. Esto contrasta con una segunda parte en la que Daredevil pelea con el Hombre Topo en un yacimiento de diamantes ultrabrillantes que te deja flasheado perdido al volver una página.

Es que vaya PORTADACA copón, ¡VAYA PORTADACA!

Porque no, no lo he comentado, pero el dibujo tiene esa bonita sencillez y el color que parece que Marvel quiere ir cogiendo para su andadura en Marvel NOW! con tebeos como los del Ojo de Halcón de David Aja, quizás un poco fuera de la norma establecida por los Jim Lees y los Greg Capullos, pero que suponen un soplito de aire fresco entre tanta hipertrofia muscular superheroica. Los superhéroes de Rivera o Kano son fuertes, sí, como el Spiderman de Ramos, pero no necesariamente ultrafuertes como los del ya citado Greg Capullo, sino con unas dimensiones corporales “normales”. Seguramente sea por esa misma intención de Waid de hacer un Daredevil mucho más luminoso y divertido, más cercano a la Silver Age que a los últimos años de DC o Marvel, o a cualquier engendro perpetrado por Rob Liefeld. Porque si algo nos ha quedado claro a todos de la línea de Marvel es que pretende que nos divirtamos. Lo hizo con la película de los Vengadores, lo ha hecho con el paso de Slott por Spiderman y lo ha hecho con esa pequeña maravilla guionizada por Jason Aaron llamada Lobezno y la Patrulla X y que dibuja Bachalo. Y la reminiscencia a Bachalo no es gratuita, la verdad, porque pese a que pasé mucho tiempo enfadado con él, parece que su estilo menos hiperrealista se ha impuesto, y no podría estar más contento con ello. Hace las cosas más ligeras, y las transporta a un momento un poco más atrás de los temidos y odiados por los amantes de los superhéroes años 90.

Esta página no me da Síndrome de Stendhal de milagro

En resumen, de momento dos tomos en España a la venta de este Daredevil de Mark Waid (con los nombres de La Sonrisa del Diablo y Corazones en la Oscuridad respectivamente), y por lo visto la cosa de momento sigue, así que hay que aprovechar la racha de buenas decisiones en Marvel hasta que nos la intenten colar doblada otra vez como en Miedo Encarnado. Vengadores vs X-Men está siendo mejor de lo que me la esperaba, la verdad, pero de eso hablaremos otro día. Concretamente, cuando se acabe en España, que no soy yo mucho de andar racaneando unas grapas a mi frikitendero de confianza, oyes.

¿No queríais superhéroes oscuros? Pues tomad oscuridad

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