Y he aquí que se presentó Mark Waid,
un señor del que, confesaré, tampoco he leído tantas cosas, al
menos no tanto como de otros autores como Kurt Busiek o Peter David,
y mi pecado mortal es, de hecho, no haber leído aún Kingdom Come.
Pero a lo que vamos es a su etapa actual en Daredevil, así que menos
armar el brazo en plan jugador de balonmano para tirarme piedras que
una cosa es que ganemos el Mundial y otra que se ceben conmigo. En
fin, hablemos de Daredevil y del Mileniarismo, cojones ya.
¡Pero QUÉ dice del balonmano! |
Nos enmarcamos en un momento de la vida
del señor Murdoch en la que la gente sabe que es Daredevil, pero él
no para de negarlo. Ha vuelto después de un tiempo desaparecido y no
está dispuesto a que le jodan la vida, porque no quiere ser el
aburrido abogado ninja deprimido de siempre. Él quiere divertirse.
Quiere ser como Tony Stark, con las chicas y eso, lo cual por lo
visto tiene muy fácil por su rollo del radar. El caso es que la
broma recurrente de que Matt Murdoch no es Daredevil pese a que todo
el mundo se empeña en decírselo es de esas de las que no te queda
más remedio que reírte cada vez que sale, y es raro teniendo en
cuenta que la imagen que todos tenemos del diablillo es recortado en
sombra contra unas vidrieras dibujadas en plan muy malrollero por
Mazzuchelli. Que sí, que Born Again mola un huevo, pero el cambio es
muy placentero, y devuelve un poco a sus orígenes a un héroe que
llevaba demasiado tiempo metido en las sombras y estancado en el
submundo. Especialmente destacables, para mí, la fiesta de Navidad
en la oficina en la que aparece con unos cuernecillos de plástico y
una camiseta que pone “no soy Daredevil” y el momento en el que
está explicándole a alguien que no lo es y Spiderman le grita “¡eh
Daredevil!” mientras se descuelga de un edificio. Reírse con las
aventuras del Demonio Dojo, ¿quién lo iba a pensar?
¿Quién es el príncipe de la fiesta eh? ¿Quién? |
Otro de los puntos a favor de las
decisiones de guión de Waid es enfrascarse en historias en las que
no sólo Daredevil pueda actuar, sino Matt Murdoch también. Y me
explico: el Hombre sin Miedo no deja de ser un personaje la mar de
interesante porque, al contrario de lo que hacen otros vigilantes,
que actúan al margen de la legalidad, él actúa tanto en encubierto
como del lado de la ley pura y dura. Es un tío que lo mismo te ata
con el bastón a unos criminales que sirve de fiscal en su juicio.
Que lo mismo te detiene a los mafiosos que están extorsionándote en
tu tienda de encurtidos de Hell's Kitchen que te hace de defensor en
el juicio por agresión por la paliza que les ha metido Daredevil en
tu nombre. Esto lo aprovecha Mark Waid de una forma muy interesante,
y se permite jugar con casos de presión a gente con altas posiciones
comprometidas, mafias enfrentadas con víctimas intermedias,
maniobras de descrédito contra la Gata Negra o incluso casos en los
que Daredevil se salta la legalidad a la torera para entrar en un
sitio acordonado por la policía.
Y todo para hacer de barquero... no, que va, lo explico más abajo |
Es de hecho este último el que
seguramente le haya granjeado la carretilla de premios de la que
salió de los Eisner, y no es en vano, porque es una de esas
historias clásicas de Marvel con las que cualquiera que lea cómics
desde hace suficiente tiempo puede sentir que se le ponen los
pelillos del brazo de punta. Es, por rara que pudiera ser la
elección, un enfrentamiento con el Hombre Topo, quien ha decidido
recuperar a toda costa algo que está en una tumba, pero que no sabe
en cual es, y en su desesperación por encontrarlo se dedica a
saquear con sus topoides todos los cementerios y crear una siniestra
procesión de ataúdes hacia su submundo para recuperar lo que está
buscando. ¿Y esto en qué afecta al Hombre sin Miedo? En que una de
las tumbas que se lleva, cadáver incluido, es la del padre de Matt
Murdoch. El descenso de Daredevil a este submundo es un viaje
misterioso y peligroso por varios motivos: por lo que se dice,
Daredevil no se ha cruzado nunca con los topoides y no sabe como son,
ni siquiera con el radar; los pasadizos subterráneos del Hombre Topo
están llenos de corrientes de agua y ruidos raros, que le dejan el
oído inservible; y la forma corporal del Hombre Topo es engañosa,
así que pegarle una paliza no es tan fácil. Así que, por
pretencioso que parezca la analogía que voy a hacer, la oscuridad de
los túneles es igual que la de los propios ojos de Daredevil y de
los propios dibujos de Rivera, que si bien son simples (no es Deodato
ni Alex Ross, vaya) son tremendamente efectivos y bonitos, y tan
oscuros que parece que uno mismo esté ciego. Esto contrasta con una
segunda parte en la que Daredevil pelea con el Hombre Topo en un
yacimiento de diamantes ultrabrillantes que te deja flasheado perdido
al volver una página.
Es que vaya PORTADACA copón, ¡VAYA PORTADACA! |
Porque no, no lo he comentado, pero el
dibujo tiene esa bonita sencillez y el color que parece que Marvel
quiere ir cogiendo para su andadura en Marvel NOW! con tebeos como
los del Ojo de Halcón de David Aja, quizás un poco fuera de la
norma establecida por los Jim Lees y los Greg Capullos, pero que
suponen un soplito de aire fresco entre tanta hipertrofia muscular
superheroica. Los superhéroes de Rivera o Kano son fuertes, sí,
como el Spiderman de Ramos, pero no necesariamente ultrafuertes como
los del ya citado Greg Capullo, sino con unas dimensiones corporales
“normales”. Seguramente sea por esa misma intención de Waid de
hacer un Daredevil mucho más luminoso y divertido, más cercano a la
Silver Age que a los últimos años de DC o Marvel, o a cualquier
engendro perpetrado por Rob Liefeld. Porque si algo nos ha quedado
claro a todos de la línea de Marvel es que pretende que nos
divirtamos. Lo hizo con la película de los Vengadores, lo ha hecho
con el paso de Slott por Spiderman y lo ha hecho con esa pequeña
maravilla guionizada por Jason Aaron llamada Lobezno y la Patrulla X
y que dibuja Bachalo. Y la reminiscencia a Bachalo no es gratuita, la
verdad, porque pese a que pasé mucho tiempo enfadado con él, parece
que su estilo menos hiperrealista se ha impuesto, y no podría estar
más contento con ello. Hace las cosas más ligeras, y las transporta
a un momento un poco más atrás de los temidos y odiados por los
amantes de los superhéroes años 90.
Esta página no me da Síndrome de Stendhal de milagro |
En resumen, de momento dos tomos en
España a la venta de este Daredevil de Mark Waid (con los nombres de
La Sonrisa del Diablo y Corazones en la Oscuridad respectivamente), y
por lo visto la cosa de momento sigue, así que hay que aprovechar la
racha de buenas decisiones en Marvel hasta que nos la intenten colar
doblada otra vez como en Miedo Encarnado. Vengadores vs X-Men está
siendo mejor de lo que me la esperaba, la verdad, pero de eso
hablaremos otro día. Concretamente, cuando se acabe en España, que
no soy yo mucho de andar racaneando unas grapas a mi frikitendero de
confianza, oyes.
¿No queríais superhéroes oscuros? Pues tomad oscuridad |
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