Queridos cortesanos y
mequetrefes.
Hoy he venido aquí a hablar de mi
libro. Y ese libro, como muchos de vosotros os habréis imaginado ya por el
título, es… (tacháaaaaaan)
¡¡AY QUÉ FREJQUITO!!
Quiero decir: “El nombre del
Viento”.
Una glosa me manda hacer Violante…
Pues se puede ir a tomar por culo, junto con el resto de las otras furcias
helénicas con nombre de mayonesa, desde el preciso instante en el que con sus
órficas varitas inspiraron a un tal Patricio Rotomecha UNO DE LOS LIBROS MÁS AUTOVERGONZANTES Y PESTILENTES DE LOS ÚLTIMOS
TIEMPOS.
El tal Rotomecha (quo vadis, figura,
con ese nomen y cognomen?) es, por supuesto, todo un artífice del lenguaje, un
esgrimista de la pluma, un poeta de lo fantástico, que se tiró nada menos que
siete años para escribir el libro. Según pone en la contraportada, se supone es
su opera prima. Y prima, desde luego, lo es. Prima la insidia, el aburrimiento
y la nifunifayez (copyright Luisín el de la Encarni) porque cada página se te atraganta
más que las lembas a Gollum.
Para los que sólo queráis un
esbozo muy genérico, os lo ofrezco:
Ana Belén y Víctor Manuel existen en un mundo fantástico paralelo, y
tienen un hijo. Ese hijo es acosado por unos demonios que matan a sus padres y entonces
va a Hogwarts por sus propios méritos, en donde la envidia que le profesan los
más ricos por ser más listo, más guapo y más carismático que ellos, da para el
resto del libro.
Obvio las primeras 70 páginas del
mamotreto y su absolutamente prescindible introducción en la que ya te queda
claro que Kvothe es más guapo que tú, más listo que tú, más famoso que tú y más
rico que tú. Así, por la cara, oyes. Su único defecto es que no tiene defectos,
y eso es un defecto en sí mismo (o eso creo que trata de insinuar el Rotomecha
de los cataplines), porque cuando tienes VEINTISIETE
años y ya vienes de vuelta de todo en la vida, ¿qué mejor que montar una posada
en un remoto lugar de Shitfuckistán? Allí te encontrarás a ti mismo, joven
padawan.
Tan listo no es, no sabe coger una katana |
LA HISTORIA ESCORIA
O
“De cómo este puto libro da más
asco que la vivisección de Rajoy”
Los padres de Kvothe son unos
artistas ambulantes en plan zíngaro-festivo-socialista. Un poco como los Bardem,
pero sin chupar del bote. Tienen como una especie de código de honor de los
saltimbanquis y payasos (¡¡¡habráse visto cosa menos épica!!!) que, entre otras
cosas, no incluye dejar de dar asco al lector a la menor oportunidad con su
amor tolerante e igualitario, y con sus avanzadísimos criterios pedagógicos
sobre la educación del niño Kvothe, al que ni maltratan ni nada de eso, sino
que dialogan y bla bla bla… (náusea).
Tanto los padres como el hijo son
más insípidos que un polo de Font Vella. Maniquíes de cartón piedra en los que
el Rotomecha vuelca todas sus frustraciones y su filosofía de vida rollo Juan
Cuesta Presidente de Esta Nuestra Comunidad. Hasta ahí bien. O sea, mal.
Asín de repente aparecen unos
malvados demonios del submundo (pero sub, sub de cojones eh? Que para ver ahí
abajo no te basta un Silmaril), y le dicen: “jo,
jo, jo… Te vamos a crujir porque somos los demonios dojos del zubmundo”. Y
él dice “¡noooooooooo!”. Y cuando
vuelve al campamento de pordioseros se han cargado a todo gachó viviente y no
han dejado ni los malacatones. Y nuestro Kvothe se queda sólo, fané y
descangayado. Quillo.
Vaga como un mendigo culto de un
sitio a otro –en la forma que vaguen los mendigos cultos: eso es otra historia,
y será contada en otra ocasión- aprendiendo lo dura que es la vida. Esta parte
es como mezclar “Juego de Tronos” con “Tiempos Difíciles” de Dickens, sólo que aún
más ridículo de lo que suena, y sin tetas ni culos. Kvothe –el héroe con nombre
de cachete- se hace mendigo, ladronzuelo y tal, y vive al margen de la ley, y
nadie da un duro por él, pero como Kvothe es listo, guapo, afable, inteligente
y dotado, siempre se acaba saliendo con la suya. ¡Qué jodío! ¿Quién no querría
ser Kvothe, eh Patricio?
Esta foto lo explica todo, todo y todo |
Entonces se entera de que hay una
especie de Hogwarts en no sé qué sitio, pero a ti te la suda plus desde el
principio porque el autor no se ha molestado en presentar un mundo mínimamente
creíble ni interesante. Kvothe es el mundo. El Universo. Así que, ni corto ni
perezoso, nuestro SU héroe decide ir a apuntarse, y se paga la matrícula haciendo de
juglar adolescente. El resto no queda muy claro si recibe una beca o si le
dejan apuntarse por listo y guapo. ¡Mi niño!
Pero –¡oh sorpresa y logro sin
par del Sr. Rotomecha!- allí no todos le acogen bien, porque resulta que los
alumnos más ricos y mejor situados le tienen envidia por ser tan guapo y tan
listo y tan guay, y tratan de hacerle la vida imposible. A Kvothe esto le da
igual porque su corazón sólo alberga bondad y buenrollismo. Pero así el autor
puede ir desfilando frente a nosotros una larga e interminable serie de anécdotas
que un guionista serio no usaría ni para un capítulo de sit com, y llenarnos
chopocientas páginas más de bodrio con las prescindibles e insulsas trastadas de los traviesos escolares.
¡O tempora, o mores!
Un elemento odioso que no quiero
dejar de mencionar es que el Sr. Rotomecha nos adentra un sistema de magia pseudocientífico, a base de “vínculos”,
“enlaces” y demás conceptos pseudoguays de fan de Stark Trek venido a todavía
menos que es tan absolutamente aburrido y prescindible como el libro en el que
aparece, lo que en cierto sentido, es todo un acierto. No busquéis alambicadas
fórmulas, rimbombantes invocaciones y símbolos cabalísticos. Niet. Dos más dos,
firebola. Y te jodes, Dark Schneider.
Y ahora… ¡el final! Tenía pensado
destripároslo, pero no lo voy a hacer, y no porque sea piadoso (Luisín el de la
Encarni no conoce la piedad) sino porque no he tenido moral para leer las
últimas páginas. Me lo he propuesto un par de veces, pero no hay manera. Cojo el tocho –porque encima es un tocho-
entre mis manos y el sopor me domina a las cinco frases. Es ósmosis o algo así.
Será que así, a través de las hojas, Rotomecha tiene un vínculo con mi
hipotálamo y me hipnotiza (sí, el sistema de magia es más o menos así de
imbécil).
En cuanto al estilo del libro, se
puede resumir como “ni un párrafo sin
metáfora, y ni una página sin decir lo que mola Kvothe”. No hay un solo personaje
que tenga un mínimo de interés. Ni una sola localización. Ni un solo evento. La
trama carece de sentido, y es como el blandiblub: se estira innecesariamente
hasta colapsar y caer al suelo haciendo “¡plotch!”. Porque en el fondo el autor
sabe que es una mierda viscosa y lo único que quiere es seguir con su bodrio
onanista y nueva-sensación-de-la-literatura-fantástica.
El autor, pensando su próxima metáfora... hm... Nudibranquio como... como... UNA HOLOTURIA!!!! |
Yo sólo sé que desperdicié un
valioso tiempo de mi vida royendo las más de 800 páginas que mi cerebro tuvo
que inteligir. Ahora, tras su justa digestión, es mi ano el que requiere las
100 restantes…
¡¡ROTOMECHAAAAAA, QUE TE METO UN
KVOTHE!!
A mi me gustó mucho el libro y no lo veo tan... mierda XDDD Pero bueno, a cada cual sus gustos. Ha sido una entrada interesante y me he reído un rato xDDDD
ResponderEliminarCreo que no nos leímos el mismo libro... :S
ResponderEliminarEn mi opinión, puede que un poco exagerada y a falta de que salga el tercer tomo, creo que va a estar en el nivel del Señor de los Anillos.
A mi me gustó mucho, me encganchó y me pasaron las páginas muy ligeras, pero para gusto los condones! Quiero decir los libros!! ;)
@burnburri
ustedes han leído el mismo libro, sólo que a Luisín le ha parecido una mierda y a ustedes les ha gustado. y a mi me pareció una mierda, pero no por ello me entretuve menos
ResponderEliminarYo sólo hago caso a lo que dice Luisín. Que os meto un Kvothe que os vais a cagar!! xD
ResponderEliminarLuisín se digna contestaros, innobles lacayos.
ResponderEliminarLuisclaimer:
Las entradas de Luisín se precian de ser absolutamente subjetivas y festivas, ya que el autor carece del don de la objetividad. No pretenden ofender ni buscar el conflicto, pero si alguna vez lo hacen, y dado su carácter -repito- absolutamente subjetivo, no habrá nada ni remotamente parecido a una disculpa.
Para que no se diga, mi intención es la de alternar cales y arenas, tirios y troyanos, rant y loa en perfecto equilibrio.
Por lo demás: ríanse un poco, no me hagan ni puto caso, y sigan leyendo.