lunes, 3 de diciembre de 2012

Freaks and Geeks: el drama de la frikez


Hace años, o lo que parece una eternidad visto todo lo que se ha escrito, publicado y estampado en camisetas, apareció por ahí The Big Bang Theory. Y aquí muchos se preguntarán “¿qué es The Big Bang Theory?” y yo diré “ustedes no han usado internet durante los últimos 5 años y recibirán bendiciones por ello, porque vaya tela”. Pues la susodicha es una serie que, con la pretendida máscara de serie para frikis, lo que hace, esencialmente, es seguir riéndose de los mismos estereotipos frikis de siempre. Porque seamos sinceros por un momento: los frikis siempre han sido estereotípicos, como todo el que se autodenomina miembro de cualquier tipo de colectivo, y reírse de los estereotipos y lo mecanizado y automático siempre es gracioso, y no lo digo yo, lo dice Henri Bergson (momento pedante y autocomplaciente patrocinado por mi Licenciatura que sólo sirve para ser pedante y autocomplaciente). Todo el mundillo freak pareció acoger con cariño y respeto esa serie como si fuera la respuesta a las oraciones del nerdazo, que por fin se sentía representado en la pantalla por gente como él (a saber: un enano pagafantas, un enfermo de Asperger, un indio con vaginofobia y lo que demonios sea Howard Wolowitz), por primera vez en la historia de la televisión gringa... ¿o quizá no? Obviamente si hago la pregunta es porque la respuesta es un sonoro, rotundo e innecesariamente grosero “NO, JODER”. La televisión gringa ya tuvo su serie con frikis hace unos cuantos años, y de hecho tenía un título condenadamente explicativo: Freaks and Geeks.

Si ustedes se sienten identificados con esto, que pena eh, que pena.


Freaks and Geeks es una serie que viene de la mano de Judd Apatow, el tío que me devolvió la fe en la comedia de sal gorda haciendo cosas como Supersalidos o Virgen a los 40, que yo no sé al resto de la humanidad, pero a mí me hicieron revolcarme por los suelos de la risa como cuando era un teenager estúpido que veía American Pie como si fuera el súmmum de la comedia (y nadie dice que no lo sea, por cierto). Y como no podía ser de otra forma, de adolescentes es de lo que trata, porque a fin de cuentas y por mucho que hayamos visto todos Bola de Dragón de pequeños, cuando uno empieza a tener conciencia de que esas aficiones suyas son “raras” es en la adolescencia. Y eso es lo que refleja la serie, a un grupo de adolescentes y otro de preadolescentes que pugnan por una individualidad en ese régimen jerárquico que es el instituto. Vamos, que es como ver Dawson's Creek pero desde el punto de vista de los que se sentaban atrás en clase en vez de de los guays.

Ahora bien, el españolito medio entenderá que “freak” son los frikis, los que juegan a Dragones y Mazmorras y ven películas de Monty Python (la serie está ambientada en los 80 queridos, gracias a Dios ahí nadie veía Naruto en un fansub). Craso error: los “freaks” son precisamente los inadaptados sociales, los punkis, los que fuman porros debajo de las escaleras del campo de fútbol y tienen problemas en casa. Es el ámbito de la mayor de los dos protagonistas, Lindsay, que quiere pasar de ser la niña bien de parroquia y atleta de las matemáticas (literal) a ser una “freak”, simple y llanamente porque así su vida será más interesante. Así que se unirá a ese grupo de outsiders gamberros integrado por (agárrense los calcetines): James Franco, Jason Segel, Seth Rogen y Busy Phillips. O lo que es lo mismo, la última gran hornada de actores adolescentes que lo petan AHORA como adultos en series y películas, de esos que conozcas su nombre o no, te suena la cara de todos.

Los chungos del insti ahora son estrellas de tu tele, chaval.

Los frikis como tal son los “geeks”, a los que pertenece el hermano pequeño de Lindsay, Sam, aficionado a las series de ciencia ficción, la stand up comedy y, básicamente, a no dejar irse su infancia porque en realidad no le gusta hacerse adulto. Tiene su grupito de amigos geeks con los que juega a juegos de rol y se disfraza en Halloween, dos estereotipos de lo que es un nerd, sobre todo uno de ellos, que parecen mucho más a gusto con su condición que él mismo. Pero claro, él tiene un problema. Él quiere ser adulto porque está pillado por una chica, pero para conseguirlo tiene que renunciar a tantas cosas que le gustan que la tensión, en ocasiones, es angustiosa. Él tiene que ser uno de los guays para tenerla, pero en realidad no quiere, porque supondría dejar atrás el niño que realmente le encanta ser.

"Venimos a comprar las chuches pa la partida de Changeling"
Porque quien piense que por ser una serie “de frikis” esto es una comedia se puede ir olvidando. Esta serie a veces tiene gracia, sí, pero a veces es agria y duele. Los freaks y los geeks no son graciosos ni más listos, ni hay un afán de normalizar lo que siempre ha sido una lacra social, que es ser raro en el instituto. Las situaciones cómicas se entrecruzan con otras donde se hace patente que cualquiera que sea distinto será un inadaptado. Y en ese sentido, Freaks and Geeks da una experiencia mucho más real de lo que es ser uno de estos chicos que cualquier episodio de Big Bang Theory o cualquier referencia idealizada al nerdismo que pulule por internet. Y no es otra que ésta: con tu grupo de amigos mientras jugabas a D&D eras un paladín poderoso y feliz, pero en el instituto eras la mierda. Y lo bonito al final, parece decir la serie, es que realmente, a ti, como a Sam Weir, tampoco te importaba tanto mientras no hubiera tetas de por medio.

Además yo me enamoré un poco de su hermana Lindsay, así que no tengo nada que reprochar

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